On the distance

Beyond the sunset on the west

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¿Cuál camino?

Nos encontramos perdidos, con suspiros largos al escuchar el despertador y pedir que las próximas 10 horas se pasen volando y así poder volver a soñar con lugares lejanos, situaciones que creamos en nuestra cabeza o simplemente en un vacío carente del ruido que nos tormenta cuando estamos atrapados en nuestros autos y cubículos.

Vivimos en un limbo en el que nuestra juventud cada momento se siente más lejos y ese fenómeno tan espeluznante llamado madurar se acerca más de prisa. ¿ Así tendremos que vivir hasta el final? Poco a poco nos damos cuenta como gira el mundo y aceptamos ,como los otros millones en él, nuestro destino de seres creados para producir en un sistema diseñado para consumir, igual nunca falta uno que otro loco que quiere ser diferente y terminado tirado en una esquina o en una comunidad de esas hippies que viven en el bosque.

No vine porque estuviera buscando desesperadamente otra de vida. Cuando la gente me pregunta porque decidí mudarme a Estocolmo, siempre pienso en una respuesta convincente que no me haga sonar como un tercer mundista desesperado ni como un malinchista de esos que te encuentras en facebook. Cada vez que esta conversación se repite sigue una especie de diálogo previamente bien planeado: Hago que cada argumento tenga una congruencia para que haga parecer que las razones por las que dejé la mitad de mi vida atrás parezcan razonables. Que por el nivel de vida, que por las oportunidades de trabajo, que porque me gustan las rubias o porque la ciudad es ni muy grande ni muy chica. Dependiendo de las personas, cada respuesta es escrita en nuestro diálogo previamente a inciarlo. La verdad es que a veces yo no tengo idea de porque me fui tan lejos, porque al principio parecía una idea romántica en la que podría perderme y encontrar el amor de mi vida en una calle de un trayecto aletoriamente elegido en el centro de alguna ciudad Europea como le pasó a Horacio Oliveira (que desgraciadamente no fue aleatorio y fue de momentito) o a lo mejor tan sólo quería volverme tan cosmopolita como al lugar que me moviera y poder cambiar las botas de vaquero y las camisas Wrangler por unos botínes Gant y una gabardina color de camello.

Días de fuego

Sonríes, nos sonreímos, sin dejarnos de mirar y entonces nuestras penas se desvanecen, nuestra razón desaparece, nuestros corazones se calientan, nos acercamos y no dejamos de sonreír, nos sonreímos mutuamente como unos locos, nos miramos y todo a nuestro alrededor se vuelve más tenue, el ruido cambia a un silencio temporal en el que sólo escucho tu corazón y sólo veo tu cara, te paso los dedos por los labios y después entre tu pelo, cruzo caminos a través de él, caminos que ya habían sido trazados, como si mis dedos tuvieran su propia memoria. Nuestros ojos se miran y se acercan, nuestras miradas se encajan una a la otra como si estuvieran conectadas por una cuerda que se vuelve más chica. Las bocas se encuentra e inician a luchar entre ellas, con pequeños roces entre sus labios, como si siguieran una coreografía planeada y se juntan, se muerden suavemente dejando pequeños instantes entre los cuales  pequeños suspiros van y vienen intercambiando el calor que llevamos dentro. Mis manos se deslizan en tu cuerpo al igual que las tuyas en el mío en armonía  y tu pelo cae sobre mi cara como una suave ventisca de primavera en la que siento su olor dulce. Nuestro calor se vuelve uno, se enciende y siento como tu piel arde cuando roza la mía.

Dejamos los imperfectos y las penas arder entre las flamas que nacen cuando nos besamos, como si estuvieran llenas de fuegos artificiales que no dejan de volar en todas direcciones. El “tú”y  el “yo” se vuelve un nosotros y aquello que somos queda en pausa para dejar paso a aquella llamarada en la que nuestros almas se convierten.


 

Te veo, me ves y las llamas siguen, pero nosotros no las seguimos, las dejamos estar en el fondo de nuestros ojos sin dejarlas explotar, ya que nuestro fuego al prenderse quema todo y no deja espacio a quienes somos, tan sólo a aquello en lo que nos convertimos y una vez extintas nos dejan con las cenizas de lo que momentáneamente podemos ser, mas no aquello que permanentemente somos.